Espirituosos, cítricos y azúcar -los tres grandes originales- se combinan para formar el clásico sour, uno de los tipos de cócteles más antiguos. La categoría incluye el Whiskey Sour, que ha saciado a los bebedores sedientos durante más de un siglo y medio. Se desconoce exactamente cuándo se concibió el cóctel (o quién fue el artífice), pero su historia se remonta a la administración de Lincoln, y la primera receta impresa apareció hacia 1862 en la famosa “Guía de Bartenders de Jerry Thomas”.
El Whiskey Sour se hacía tradicionalmente con whisky, zumo de limón, azúcar y clara de huevo, un ingrediente que suaviza el sabor ácido y crea una textura más rica y suave. Hoy en día el huevo es opcional, y es habitual encontrar bares que sirven Whiskey Sours sin clara de huevo. Pero si quieres probar la encarnación original de la bebida, y poner un poco de proteína en tu sistema, pruébalo. Si utilizas clara de huevo, deberás realizar un “dry shake” y agitar todos los ingredientes sin hielo antes de volver a agitarlos con hielo fresco. Este movimiento profesional incorpora los ingredientes juntos en un paquete cohesivo.
Pocas bebidas en el canon de la coctelería son tan rápidas de satisfacer como un sedoso sour. Pero al igual que la mayoría de los cócteles clásicos, el Whiskey Sour ha dado lugar a innumerables variaciones, desde versiones probadas como el New York Sour hasta versiones que incorporan otras frutas, zumos y edulcorantes. Añade una floritura a cualquier componente y tendrás un giro personal a este clásico refresco.
A nosotros nos gusta nuestro Whiskey Sour aderezado con bourbon, espesado con clara de huevo y rematado con unos toques de amargo aromático para darle una nota de especias complementaria. Siga este formato y no se equivocará. Pero una de las mejores cosas del sour es que es personalizable, así que hazlo tú.